viernes, septiembre 21, 2007

Contemplar un cadáver de pájaro

Este texto pertenece a la recomendable obra de Roger-Pol Droit "101 experiencias de filosofía cotidiana"


Experiencia de Filosofía cotidiana número 35


CONTEMPLAR UN CADÁVER DE PÁJARO

Duración: de 10 a 15 minutos
Material: un pájaro muerto, preferiblemente varios días atrás

Efecto: meditativo


Los hay por todas partes en el campo. En primavera sobre todo, o en pleno verano. Si tenemos la costumbre de pasear, es inevitable encontrarnos alguno. Es una cría que ha caído del nido o un pájaro joven atacado por un ave rapaz y que no ha sobrevivido a las heridas, o un adulto al que han disparado y se ha refugiado en un rincón tranquilo para morir. No se preocupe por las causas. Ni del cómo ni el porqué. En lugar de pasar de largo dejando al pájaro muerto donde está, esta vez lo contemplará.


Mire con atención las plumas descoloridas, a menudo recubiertas ya de polvo o un poco de tierra. Observe el ojo grisáceo o blancuzco, vaciado tal vez, y las hormigas que van y vienen, o algunos gusanos. Fíjese en las pa
rtes inertes, abandonadas, deshechas. Busque los huesos, tan visibles, tan finos. No olvide sobre todo la vejación, la pérdida, esa manera enlodad e ingenua en que un pájaro es un cadáver en tierra, humillado, limpiamente, pero que lo ignora por completo y se refugia en una profundidad ajena al sueño.

Si duda, si mira con atención, con los ojos bien abiertos, al principio el espectáculo le parecerá triste. Una vida que se ha apagado. Un cuerpo fuera de lugar, un pájaro que yace en el suelo, inmóvil. Algo así como la derrota total, el fracaso. La experiencia debe consistir en salir de ahí mirando cada vez más clara y más distintamente.

Usted ve que el pájaro no revivirá nunca. Y también que no siente nada. Y que es así, sin quejas ni
lamentos. Sin nostalgias ni recriminación. Cuanto más mira, más debe saber que, en la presencia de ese cadáver, no hay nada que pueda dar pie a un lamento. No hay más que el presente. Y usted empieza a saber que es perfecto. Porque es lo único.

De entrada no es comprensible. Quizás sea que, en rigor, no es algo que se pueda comprender, sino solamente experimentar. En cualquier caso, lo que usted comprobará, si abre los ojos lo suficiente, es que no hay ningún otro mundo que ver. Que todo, absolutamente todo, está aquí, ahora. En el presente, dado. Nada más, antes, en otra parte en el tiempo o en el espacio, que sea diferente, mejor, preferible, comparable, lamentable. Solo esto.