domingo, enero 13, 2008

El derecho a las armas de fuego

Vía Fogonazos descubrí este reportaje de Jon Sistiaga emitido por Cuatro hace unos días. Aquí dejo la primera parte.

parte [2], [3], [4] y [5]

Hacía tiempo que no veía un reportaje con una carga moralizante tan obvia y bobalicona. Jon critica a los yankis amantes de las armas de vivir en un maniqueísmo simplista de “buenos y malos” cuando el reportaje mismo no hace más que caer en ese simplismo que critica: los buenos semos nosotros y los malos insensatos son ellos (aunque, dicho sea de paso, tal y como se presentan en el reportaje a los usuarios de armas sí parecen unos insensatos pero subrayo el “tal y como se presentan en el reportaje”). Otro ejemplo de “reportaje comprometido” que se llama ahora... antes se llamaba sencillamente manipulación. Estoy seguro que Jon y todos los que juegan a la demonización del acceso libre a las armas creen que trabajan del lado de los buenos pero ¿acaso no lo han pensado siempre todos los censores, los manipuladores y los voceros del poder? Pero este no es el fondo de mi artículo y al fondo de la cuestión es adonde nunca llegan estos reportajes y adonde siempre me ha gustado intentar, al menos intentar, llegar. Vamos pues.

Según entiendo yo un individuo debe tener derecho a defender su vida, su libertad y su propiedad con los mismos instrumentos con los que pueden contar los posibles agresores, fundamentalmente el Estado y otros individuos pertenecientes al sistema social. Una cesión básica en el contrato social, esto se sabe desde Hobbes, es que yo cedo parte de mi derecho a la violencia legítima a la sociedad para evitar la guerra de todos contra todos. Este es el fundamento natural de los tribunales, policías, cárceles, etc. Cedo parte de ese derecho pero no todo ya que ¿si cediese todo mi derecho al uso de la violencia quién me defenderá de los defensores si no puedo hacerlo yo mismo? En otras palabras, que si el individuo al conformar parte de un grupo social renuncia totalmente al uso de la violencia en aras del conjunto ¿cómo defenderse de los posibles abusos violentos del grupo social? La legislación prohibicionista en el uso de armas de fuego no es algo nuevo, de hecho la prohibición de usar armas era usual en las sociedades esclavistas, efectivamente, los esclavos no podían portar armas; en las sociedades feudales eran, lógicamente, los campesinos y villanos los que carecían de este derecho mientras que los estamentos privilegiados sí que lo poseían. En estas sociedades está bien claro cual era la razón de esta política: que los estamentos privilegiados mantuviesen el poder sobre sus súbditos... Sin embargo parece que para Jon y los pacifistas de postín no está tan clara la razón de porque se prohíbe la tenencia de armas de fuego en la mayoría de las democracias europeas... ¿no será la misma?

Mientras que los cuerpos militares y paramilitares del Estado sí tienen acceso a las armas de fuego nosotros, simples villanos, nuevos campesinos sin tierras del siglo XXI, carecemos de este derecho. Y la ideología democrática lo justifica en un a priori al menos discutible: el Estado es bueno y usará las armas para defendernos y nosotros no tenemos la sensatez suficiente para poseer esos instrumentos de violencia. Quiero dejar claro cual es el a priori, cual es la base de toda la condena a la posesión de armas porque nadie discute que los cuerpos de represión del Estado las posean, nadie. Y ese a priori es, lo subrayo una vez más, que el Estado es bueno y nosotros malos. ¿Acaso pensaban de manera diferente los señores feudales o los romanos con sus siervos y esclavos?

La cesión de mi derecho al uso de la violencia no debe ir más allá de lo que la convivencia pacífica exija; que yo carezca de las armas que poseen los cuerpos militares y para militares del Estado sólo ahonda la fractura social entre opresores (armados) y oprimidos (desarmados). Por esto creo que el derecho a poseer armas de fuego es un derecho fundamental que el Estado combate y combatirá con todas sus fuerzas ya que supone una merma en su poder de oprimir a sus súbditos. La sociedad tiene derecho a defenderse de aquellos que hagan un uso ilegítimo de la violencia, no cabe duda, pero no a tratar a sus miembros como dócil ganado incapaz de defenderse de sus guardianes... no tiene derecho.

Y ahora hablemos de las consecuencias del uso de armas de fuego ya que los medios de propaganda del Estado se encargan bien en vocearlo... Pero no, mejor antes hablemos de los casos de maltrato doméstico en donde un hombre mata a una mujer con un cuchillo o con un martillo... ¿a quién se le ocurre prohibir el uso legítimo de cuchillos o martillos? A nadie. O hablemos de esos criminales que rocían con gasolina a una persona hasta hacerla morir abrasada... ¿prohibir la gasolina es la solución? Los casos de matanzas en USA o la más reciente en Finlandia son dramáticos pero precisamente por eso debemos de desvelar el modo como el Estado hace uso de estos hechos tristes para inculcar en la población el miedo a la libertad, a la libertad de defendernos del propio Estado con los mismos medios que el Estado puede usar en nuestra contra. Ya Michael Moore en su reportaje Bowling for Columbine mostraba como una legislación sobre las armas muy similar a la estadounidense en Canadá no tenía las dramáticas consecuencias que en su país. Aquello, a mi juicio, era tan revelador que resultaba escandaloso... esperemos que algún adalid de la verdad como nuestro Jon haga un reportaje también sobre esto... aunque las consecuencias de tal reportaje quizás no fueran tan agradables a los patrocinadores como lo son las de este amarillista “¡Papi, cómprame un Kalashnikov!”.

En fin, los mismos que ayer prohibieron las drogas, porque todos íbamos a ir drogados, los mismos que antes de ayer quisieron prohibir el sexo, porque todos íbamos a estar follando como animales, los mismos que siempre han estado en el lado de allá en la lucha por la libertad, hoy vocean y repiten hasta la saciedad que si se permitieran las armas estaríamos todos por ahí tirando tiros por la calle. El miedo a la libertad adopta muchas caras, a veces es difícil percibir este odio a la libertad y esta desconfianza en el hombre, a veces... pero esta vez creo que no.

Salud.