martes, abril 08, 2008

Pan y la pesadilla (y v): la violación


Entre otras muchas cosas Hillman analiza en su libro “Pan y la pesadilla” el valor arquetípico de la violación como conducta asociada a Pan. Debo explicar que Hillman dedica todo un capítulo de su libro a este fenómeno y casi la mitad de este capítulo a explicar que su análisis arquetípico de la violación no es, ni muchísimo menos, una apología o justificación de la violación como tal, un acontecimiento que nadie duda que es en sí mismo dramático y cruel.


A pesar de toda la repugnancia moral que nos pueda provocar la violación es un tropo común en las narraciones de la mitología griega, muy especialmente asociada a la figura del sátiro, del fauno y de Pan. ¿Qué significado imaginal tiene la violación para nuestro universo arquetípico occidental? ¿De dónde surge el profundo horror que nos produce la agresión?


“El asalto de Pan transforma repentinamente la naturaleza en instinto. La violación la vuelve íntima. La violación la trae del “exterior” al “interior”. Lo impersonal penetra desde abajo en la parte más privada del cuerpo, y trae consigo una conciencia de lo impersonal como experiencia personal.

La violación como tal es un horror, puesto que se trata de una transgresión arquetípica. Hace que se crucen por la fuerza dos estructuras de consciencia inconexas, cuya distancia se expresa por medio de un lenguaje de opuestos: mujer vieja/ hombre joven, mujer joven/ hombre viejo, mujer virgen/ hombre libertino, blanco/ negro, nativo/ extranjero, viejo presidiario/ joven punk, soldado/ civil, amo/ esclavo, bella/ bestia, clase alta/ clase baja, bárbaro/ burgués. Pero esta transgresión constituye también una conexión entre estas dos estructuras. La violación sitúa el impulso del cuerpo hacia el alma en una metáfora concreta. Impulsa el alma hacia la concreción. Acaba por la fuerza con la división entre conducta y fantasía, violando la privilegiada distancia del alma que quisiera vivir la vida a través de la reflexión y la fantasía.

Desde un punto de vista arquetípico, interpretar la transgresión presente en la violación como agresión resulta erróneo. La agresión resulta insignificante en la constelación de Pan. Este dios no golpea ni estrangula los oscuros objetos del deseo; ni las pistolas ni la hoja del cuchillo forman parte de su amenaza. La violación de Pan, al igual que la pesadilla de Pan, constituye un encuentro cara a cara con la fuerza animal del cuerpo. Sus asaltos y nuestras violaciones, que lo imitan, no son agresiones; son compulsiones. El objeto de estos ataques no estriba tanto en la destrucción de su objeto como en la necesidad compulsiva de poseerlo.”


James Hillman; Pan y la pesadilla; Ed. Atalanta 2007, pp. 76-77


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